Cuando celebramos el año nuevo nos deseamos lo mejor. Sin embargo, al día siguiente nos vemos peleando con cualquiera que nos rodee. Siempre decimos querer la paz, pero estamos dispuestos a pelear con el vecino, o con mis más cercanos por pequeñeces.Nuestra naturaleza es muy fuerte, engañando, hiriendo, mintiendo, codiciando. Con ello sembramos la discordia con el prójimo. Es propio de nuestra naturaleza.
Deberíamos partir, justamente con la persona más cercana para sembrar o fortalecer el amor. Con qué frecuencia le decimos a nuestra pareja, a nuestro amigo, a nuestros hijos: “te amo”. Y con quienes te relacionas a diario ¿seremos capaces de valorar algo de su personalidad, de su forma de ser y decírselo? Un ejercicio que poco practicamos, es decir: "Tienes razón", o al menos decir "puede que tengas razón; voy a pensarlo, voy a meditarlo", en vez de decir inmediatamente "estás loco", o “¿cómo se te ocurre?” Las palabras tienen mucho poder. Pueden herir, pero también pueden acariciar. El toque del perdón es maravilloso, pero somos demasiado egoístas como para decir: “perdóname”, o responder a eso: "sí, te perdono... (yo también me he equivocado en lo mismo) ¿O tú jamás te has equivocado? O poder abrazar a ese que hemos herido, o que nos ha herido.
Seguramente seremos capaces de hacer alguno de estos ejercicios hoy, y quizá durante varios días. Pero ¿y si nos desafiamos a esto como forma de vida? Entonces ya no sería el día del amor, sino toda una nueva manera de vivir. Les invito a revisar un reportaje de El Mercurio, que me impactó y que habla justamente que el perdón es posible.
https://www.emol.com/noticias/Internacional/2019/01/21/935108/Perdonar-lo-imperdonable-Asesinos-y-victimas-posan-juntos-en-fotografias-tras-genocidio-en-Ruanda.html
La Paz puede vencer a la Guerra y el amor sí es capaz de vencer al odio. Justamente porque Dios es amor.
Dr. Jorge Galdames Villagra
Neurólogo Clínico.